En los últimos días, las noticias nos han devuelto a una realidad difícil de asumir: la violencia no tiene fronteras ni respeta momentos. El reciente ataque terrorista en la región india de Cachemira, que se ha cobrado la vida de varios turistas, ha sacudido la conciencia internacional. Lugares pensados para el descanso y el disfrute se convierten, en cuestión de segundos, en escenarios de horror e incertidumbre. Más allá de las pérdidas humanas, este tipo de sucesos deja cicatrices invisibles en quienes los viven directa o indirectamente.

¿Qué impacto psicológico tiene el terrorismo en víctimas, testigos y población general?
El terrorismo no solo busca causar daño físico, sino también sembrar el miedo, desestabilizar emocionalmente a la sociedad y alterar la percepción de seguridad. Las personas que viven o presencian un atentado pueden desarrollar consecuencias psicológicas profundas, como el trastorno por estrés postraumático (TEPT), ansiedad generalizada, fobias, depresión o insomnio. Sin embargo, las secuelas no se limitan a las víctimas directas: quienes siguen el evento a través de los medios, familiares, turistas que estaban en la zona, e incluso personas que han viajado recientemente a lugares similares, pueden experimentar una respuesta emocional significativa.
Las reacciones pueden variar según el grado de exposición, la edad, el historial previo de salud mental y el apoyo recibido. En los niños, por ejemplo, los efectos suelen manifestarse de forma más conductual: problemas de sueño, miedo a separarse de los cuidadores, irritabilidad o regresiones.
El turismo como escenario inesperado de trauma
Viajar implica abrirse al mundo, relajarse y sentirse seguro. Por eso, cuando ocurre un ataque en un contexto turístico, el impacto psicológico puede ser aún más demoledor. Las personas que sobreviven a este tipo de situaciones suelen expresar una sensación de traición o confusión: “¿Cómo algo así puede pasar en un lugar que debería ser seguro?”
Además del trauma inmediato, es común desarrollar síntomas asociados al miedo a viajar, conocido como hodofobia. Algunas personas evitan posteriormente aeropuertos, grandes concentraciones o países considerados de “riesgo”. Otras desarrollan pensamientos recurrentes, culpas por haber salido ilesas o dificultad para disfrutar de nuevas experiencias.
Las secuelas psicológicas en los habitantes locales
En regiones como Cachemira, donde los enfrentamientos armados y los atentados no son una novedad, el desgaste emocional de la población es constante. La exposición repetida a situaciones violentas puede generar una forma de estrés crónico, con consecuencias en la salud mental colectiva. A esto se suma la carga emocional de convivir con la incertidumbre diaria y la sensación de desprotección institucional.
A nivel comunitario, estas situaciones pueden reforzar el aislamiento, alimentar discursos de odio o generar desconfianza hacia ciertos colectivos. Sin una intervención adecuada, el trauma puede transmitirse de forma intergeneracional, afectando a la identidad y la percepción del futuro
¿Cómo acompañar y proteger la salud mental tras un atentado?
La atención psicológica tras un atentado es fundamental y debe contemplar tanto la fase aguda como el seguimiento a medio y largo plazo. Algunos elementos clave son:
- Primeros auxilios psicológicos: intervención inmediata centrada en la contención emocional, la validación de emociones y el restablecimiento del sentido de seguridad.
- Espacios seguros para hablar: la posibilidad de narrar lo vivido en un entorno de escucha y sin juicios ayuda a integrar la experiencia traumática.
- Redes de apoyo: el acompañamiento familiar, social y comunitario es un factor protector esencial.
- Psicoterapia especializada: en los casos en los que el impacto persiste, puede ser necesaria una intervención profesional con técnicas específicas como la desensibilización y reprocesamiento por movimientos oculares (EMDR) o la terapia cognitivo-conductual.
Para los turistas que regresan a casa tras haber vivido un evento traumático, es importante que reciban también un seguimiento, incluso aunque físicamente no hayan resultado heridos. Muchos países cuentan con servicios de apoyo consular o psicológico para este tipo de casos.
El terrorismo no solo mata, también hiere de forma invisible. Los atentados en contextos turísticos nos recuerdan que nadie es completamente inmune a la violencia, pero también que podemos fortalecer nuestras herramientas psicológicas individuales y colectivas. Reconocer el impacto emocional, no trivializar el sufrimiento ajeno y promover espacios de reparación es una forma de resistir al terror. Porque la resiliencia, aunque silenciosa, también deja huella.
Preguntas frequentes
Sí. La exposición continuada a imágenes violentas puede generar ansiedad, miedo o insomnio, incluso sin una vivencia directa.
Si los síntomas (miedo intenso, flashbacks, dificultad para dormir o concentrarse) persisten más de un mes o afectan tu vida diaria, es recomendable buscar ayuda profesional.

En Centre Sukha exploramos lo desconocido y te ayudamos a superar los problemas con éxito aprendiendo de todo el proceso.
ISSN: 2938-1541

Fundadora y directora de Centre Sukha con Núm. Colegiada: 24465 por el Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya.
Durante su carrera profesional se ha enfocado en trabajar con diferentes problemáticas como trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios, TDAH, bullying, problemas de conducta, traumas, problemas de autoestima etc. Especialidades: Psicóloga General Sanitaria · Terapeuta EMDR · Especialista en Trastornos Alimentarios y Obesidad · Especialista en TDAH (infanto-juvenil y Adultos).