La mañana del 29 de abril sorprendió a miles de personas atrapadas en trenes detenidos, estaciones a oscuras y andenes abarrotados sins aber por qué. Un apagón eléctrico paralizó la red ferroviaria, y con ello, la rutina diaria de muchos. Aunque el problema fue técnico, lo vivido activó algo más profundo: nuestro sistema de alerta ante lo inesperado.
¿Qué ocurre en nuestro cuerpo cuando enfrentamos lo desconocido?
Cuando vivimos una situación incierta, como quedarse atrapado en un tren sin saber qué pasa, nuestro cerebro interpreta esa falta de control como una amenaza. La amígdala, una región encargada de detectar peligros, activa una respuesta automática: se acelera el corazón, aumenta la tensión muscular y se libera adrenalina. Este sistema está diseñado para protegernos, pero en la vida cotidiana puede generar malestar, angustia o reacciones desproporcionadas.
La mente busca certezas: el impacto de lo inesperado
Nuestro cerebro necesita previsibilidad para sentirse seguro. Cuando algo rompe nuestra rutina —como un apagón, una cancelación inesperada o una situación nueva— aparece la ansiedad. La mente intenta buscar explicaciones, soluciones rápidas o alguien que tenga el control, y si no lo encuentra, se siente vulnerable. Esta necesidad de entender lo que ocurre es una forma de calmar el sistema de alerta, pero cuando no hay respuestas claras, el malestar aumenta.
Reacciones emocionales inmediatas: del susto a la frustración
Las primeras emociones suelen ser el susto, la confusión y el nerviosismo. Cuando la situación se alarga o no mejora, aparece la frustración, la irritación o incluso el enfado. Estas reacciones no son irracionales: son la forma en la que nuestro cuerpo responde al estrés. Sin embargo, si no se gestionan bien, pueden llevar al agotamiento emocional o a comportamientos impulsivos.
La importancia de la regulación emocional
Aprender a regular nuestras emociones no significa no sentir, sino saber cómo gestionarlo sin que nos desborde. Técnicas como la respiración consciente, el diálogo interno realista o buscar información fiable ayudan a calmar el sistema de alerta. También es útil aceptar que sentir miedo o frustración en situaciones nuevas o inciertas es normal, y no tiene por qué ser una señal de debilidad.
La dimensión colectiva: cómo lo compartido amortigua el estrés
El hecho de vivir una situación inesperada con otras personas tiene un efecto protector. Compartir la experiencia, hablar con otros o incluso simplemente ver que no estamos solos reduce la ansiedad. En el apagón ferroviario, muchos se ayudaron, caminaron juntos o comentaron lo ocurrido en redes sociales. Esta dimensión social disminuye la sensación de amenaza y mejora el afrontamiento.
No podemos evitar que ocurran imprevistos, pero sí podemos prepararnos para gestionarlos mejor. Conocer cómo funciona nuestro sistema de alerta, cómo reacciona nuestro cuerpo y qué estrategias podemos aplicar nos permite enfrentar lo inesperado con más calma y confianza. La próxima vez que algo se salga del guion, podremos respirar, observar y actuar desde la conciencia, no desde el impulso.
Preguntas frequentes
Porque tu sistema de alerta interpreta la falta de control como una amenaza, aunque no sea física.
Respirando con calma, identificando lo que sientes, buscando apoyo social y centrándote en lo que sí puedes hacer.
En Centre Sukha exploramos lo desconocido y te ayudamos a superar los problemas con éxito aprendiendo de todo el proceso.
ISSN: 2938-1541
Fundadora y directora de Centre Sukha con Núm. Colegiada: 24465 por el Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya.
Durante su carrera profesional se ha enfocado en trabajar con diferentes problemáticas como trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios, TDAH, bullying, problemas de conducta, traumas, problemas de autoestima etc. Especialidades: Psicóloga General Sanitaria · Terapeuta EMDR · Especialista en Trastornos Alimentarios y Obesidad · Especialista en TDAH (infanto-juvenil y Adultos).
