En consulta, cada vez es más común que las personas a las que acompañamos nos presenten este tipo de dudas:
«Últimamente estoy empezando a pensar que igual lo mío no era solo ser despistado/a o sensible. ¿Puede ser que tenga TDAH? ¿Y si en realidad estoy dentro del espectro autista y nadie se dio cuenta?»
Durante años, muchos y muchas de ellos han crecido sintiéndose “raros”, “intensos” o “fuera de lugar”, sin saber muy bien por qué. Han aprendido a esforzarse el doble para encajar, a controlar lo que sienten o a imitar a otros para funcionar socialmente. Y lo que antes simplemente se asumía como rasgos de personalidad o incluso ‘’defectos’’, ahora empieza a encontrar otra lectura: la posibilidad de que haya algo más de fondo.
No, no se trata de modas ni de diagnósticos “de internet”. Se trata de una necesidad legítima de entenderse mejor.

¿Por qué ahora?
Hay varias razones por las que muchas personas adultas están empezando a hacerse este tipo de preguntas.
- Tenemos más acceso a información. A través de redes, libros, vídeos o podcasts, cada vez hay más personas que comparten su experiencia tras un diagnóstico tardío, y eso hace que otros se reconozcan en sus relatos.
- Ha cambiado la forma de diagnosticar. Durante mucho tiempo se buscaban signos muy visibles o extremos, sobre todo en niños varones. Hoy sabemos que hay muchas formas distintas de vivir un TDAH o un TEA, y que no siempre se manifiestan de forma evidente.
- Estamos más atentos a cómo nos sentimos. Muchas personas llegan a esta sospecha tras años de estrés, agotamiento o ansiedad crónica. Hay algo que no encaja, una sensación de que están forzando constantemente para funcionar. Y llega un punto en que se plantean: ¿Y si no soy yo el problema? ¿Y si simplemente necesito entenderme mejor?
Lo que a veces nos hace sospechar
No es lo mismo vivirlo que leerlo en una lista, pero hay ciertos patrones que suelen repetirse en quienes más adelante son diagnosticados con TDAH o TEA:
En el caso del TDAH:
- Te cuesta mantener la atención en tareas largas o que no te motivan.
- Sientes que tu cabeza nunca para, incluso cuando estás cansado/a.
- Saltas de una cosa a otra, empiezas muchas pero acabas pocas.
- Vives en una especie de caos organizado que solo tú entiendes.
- Luchas con la procrastinación y luego te exiges demasiado para compensarlo.
En el caso del TEA:
- Te sientes diferente en lo social, como si no entendieras del todo las reglas del juego.
- Te agotan los estímulos (ruido, luces, conversaciones largas…).
- Tienes intereses muy concretos o te obsesionas con ciertos temas.
- Necesitas rutinas o estructuras para sentirte tranquilo/a.
- Te cuesta interpretar lo que los demás esperan de ti.
Por supuesto, tener uno o varios de estos rasgos no significa que tengas un diagnóstico. Pero si sientes que esto afecta tu bienestar o tus relaciones, vale la pena explorarlo.
Es decir, es legítimo que queramos dar explicación a aquellos aspectos que no entendemos de nosotros mismos, pero es importante entender que este tipo de diagnósticos no surgen simplemente de identificarse con los patrones anteriormente descritos (ya que muchos de nosotros seguramente nos sintamos identificados), si no de una evaluación bien estructurada y exhaustiva.
Es importante entender que estos rasgos pueden aparecer también en otros contextos: en personas con ansiedad, con un estilo de apego inseguro, con experiencias de trauma o incluso en momentos vitales estresantes.
Por eso, un buen proceso diagnóstico no se limita a comprobar si “encajas” o no en una descripción.
¿Y ahora qué hago con esta sospecha?
La mejor manera de salir de dudas es iniciar una valoración profesional. En España, los diagnósticos clínicos los pueden realizar:
- Psicólogos clínicos o sanitarios con formación en neurodesarrollo.
- Psiquiatras, especialmente si hay que valorar también medicación.
- Neurólogos/as, en casos donde hay sospechas neurológicas asociadas.
Lo importante es que la persona que te acompañe tenga experiencia en valorar estos casos en adultos, porque muchas veces los signos están más disimulados que en la infancia.
¿Cómo es el proceso?
Quizá te preocupe que sea largo, costoso o muy médico, pero no siempre es así. Un proceso diagnóstico bien hecho es cuidadoso, respetuoso y va más allá de “poner una etiqueta”.
Suele incluir:
- Una entrevista clínica en profundidad, donde revisamos tu historia personal, académica, familiar, social, etc.
- Cuestionarios estandarizados y pruebas específicas.
- A veces se incluye la visión de personas cercanas, si tú quieres.
- Y, lo más importante, una devolución clara y cercana, con o sin diagnóstico, y con recomendaciones adaptadas a ti.
El diagnóstico no te define, pero puede ayudar a entenderte
No todo el mundo necesita o desea un diagnóstico. Pero para algunas personas, recibirlo es como poner nombre a algo que llevaba años sintiendo. Y eso tiene un valor enorme: permite dejar de pelear contigo mismo/a, entender tu funcionamiento, poner límites, pedir ayuda… o simplemente tratarte con más cariño.
A veces, entender lo que hay detrás de nuestras dificultades nos cambia la vida. No porque todo desaparezca, sino porque por fin dejamos de sentir que todo es culpa nuestra.
En Centre Sukha acompañamos este tipo de procesos desde la calma, la escucha y el respeto. No para que te pongas una etiqueta, sino para que puedas entenderte mejor, vivir con más conciencia y menos culpa, y, si lo deseas, empezar un camino de autocompasión y cambio.
Preguntas frequentes
Sí. En muchos casos, los signos pasan desapercibidos en la infancia, especialmente si aprendiste a compensarlos.
No necesariamente. Solo una evaluación profesional puede confirmar si se trata de TDAH, TEA u otra causa

En Centre Sukha exploramos lo desconocido y te ayudamos a superar los problemas con éxito aprendiendo de todo el proceso.
ISSN: 2938-1541

Fundadora y directora de Centre Sukha con Núm. Colegiada: 24465 por el Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya.
Durante su carrera profesional se ha enfocado en trabajar con diferentes problemáticas como trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios, TDAH, bullying, problemas de conducta, traumas, problemas de autoestima etc. Especialidades: Psicóloga General Sanitaria · Terapeuta EMDR · Especialista en Trastornos Alimentarios y Obesidad · Especialista en TDAH (infanto-juvenil y Adultos).