Centre Sukha

Última actualización: 13 septiembre, 2024 - 05:09 pm

Cuando se trata de comprender a los niños con trastornos de conducta, es fácil caer en la trampa de pensar que simplemente «no quieren» comportarse bien. Sin embargo, el Dr. Ross W. Greene, un destacado psicólogo clínico, ofrece una perspectiva diferente y profundamente empática. Su enfoque cognitivo nos invita a ver más allá de la conducta explosiva y entender que, en muchos casos, estas reacciones son el resultado de un retraso en el desarrollo de habilidades cognitivas esenciales, y no de una falta de voluntad por parte del niño.

Conductadisruptiva

Más Allá de la Conducta: Enfoque en la Cognición

A diferencia de los enfoques conductuales tradicionales que se centran en modificar el comportamiento mediante recompensas y castigos, Greene nos sugiere que el problema radica en la falta de habilidades cognitivas que permiten a los niños gestionar sus emociones, tolerar la frustración y resolver problemas. Según Greene, los niños no “se portan mal” porque quieren; lo hacen porque no saben cómo manejar de manera efectiva las demandas cognitivas que se les presentan. Esto es clave: la conducta disruptiva no es intencional, sino el resultado de una sobrecarga cognitiva.

La Importancia del Rol Adulto

La capacidad de un niño para regular sus emociones y manejar la frustración es un proceso fundamental en su desarrollo. El papel del adulto en este proceso es insustituible. Al actuar como guías emocionales, los adultos enseñan a los niños a identificar y nombrar sus sentimientos, proporcionándoles herramientas para gestionar las emociones intensas.

Establecer límites claros y consistentes, modelar comportamientos adecuados y fomentar una comunicación abierta son pilares fundamentales en esta tarea. Cuando un niño se siente comprendido y apoyado, es menos probable que recurra a conductas disruptivas como mecanismo de afrontamiento.

El colapso cognitivo, que ocurre cuando las exigencias superan la capacidad del niño, puede desencadenar conductas explosivas. Los adultos pueden ayudar a prevenir y gestionar estos episodios al crear un ambiente seguro, validando las emociones del niño y enseñándole estrategias para calmarse.

Objetivos Clave para Ayudar a los Niños

Para abordar estos desafíos, encontramos tres objetivos fundamentales que los adultos deben tener en mente al ayudar a un niño a desarrollar las habilidades cognitivas necesarias para manejar la frustración y resolver problemas:

1. Mantener la Autoridad del Adulto: Es vital que los adultos se establezcan como figuras de autoridad en la vida del niño, no mediante la imposición, sino a través de la consistencia y la seguridad.
   
2. Enseñar Flexibilidad y Tolerancia a la Frustración: El desarrollo de estas habilidades es crucial para que el niño pueda enfrentarse a desafíos sin recurrir a una conducta disruptiva.
   
3. Reconocer las Limitaciones del Niño: Ser consciente de las capacidades actuales del niño y ajustar las expectativas de acuerdo a ellas es esencial para un progreso real y sostenible.

El Enfoque de las Tres Cestas

Para lograr estos objetivos, Greene propone un modelo de intervención basado en la categorización de los comportamientos disruptivos en tres «cestas», cada una con un enfoque diferente:

Cesta A: Seguridad y Autoridad
Esta cesta incluye aquellos comportamientos que son tan importantes que vale la pena soportar un colapso emocional del niño para abordarlos. Aquí se encuentran comportamientos que son potencialmente peligrosos para el niño o los demás, como la agresión física o la destrucción de objetos. En estas situaciones, el objetivo no es enseñarle al niño a pensar en medio de la frustración, sino reafirmar la autoridad del adulto y establecer límites claros y no negociables en términos de seguridad.

Cesta B: Enseñanza de Habilidades
En esta cesta se agrupan comportamientos importantes, pero no lo suficientemente críticos como para provocar un colapso en el niño. Es en estos comportamientos donde se trabajará para enseñar habilidades de flexibilidad y tolerancia a la frustración. Los adultos deben enfocarse en ayudar al niño a desarrollar un diálogo interno, resolver conflictos de manera constructiva, y practicar la empatía. Es un proceso que requiere tiempo y paciencia, pues el niño necesita aprender a pensar y resolver problemas, algo que es particularmente difícil cuando se siente frustrado.

Cesta C: Prioridades Menores
Finalmente, la Cesta C incluye comportamientos de menor importancia que, por el momento, no merecen atención. Ignorar estos comportamientos puede parecer contra intuitivo, pero es un paso necesario para reducir la frustración diaria y enfocar los esfuerzos en las áreas que más importan. A medida que el niño progresa en los comportamientos de la Cesta B, algunos de estos comportamientos menos importantes podrán ser revalorados y abordados más adelante.

El enfoque de Ross W. Greene nos invita a ver más allá de las conductas problemáticas y a comprender las necesidades subyacentes de los niños. Al reconocer que estos comportamientos son, en muchos casos, una señal de que el niño está luchando por manejar situaciones que superan sus habilidades cognitivas actuales, podemos adoptar una perspectiva más empática y colaborativa.

Nuestra tarea como adultos no es simplemente corregir estas conductas, sino empoderar a los niños con las herramientas necesarias para tomar mejores decisiones. Con paciencia, empatía y estrategias basadas en la resolución de problemas, podemos ayudar a estos niños a desarrollar las habilidades cognitivas y emocionales que necesitan para navegar por los desafíos de la vida.

Al trabajar en conjunto con los niños, podemos transformar los conflictos en oportunidades de aprendizaje y crecimiento. Es fundamental recordar que cada niño es único y que las estrategias deben adaptarse a sus necesidades individuales. Con el apoyo adecuado, estos niños pueden desarrollar una mayor autoconfianza y alcanzar su máximo potencial.

Preguntas Frecuentes

Señales de alerta:

  • Cambios bruscos en el comportamiento: Si tu hijo ha experimentado cambios significativos en su comportamiento en un corto período de tiempo, como mayor irritabilidad, aislamiento social o cambios en sus hábitos alimenticios o de sueño, es importante prestar atención.
  • Dificultades para relacionarse con otros: Si tu hijo tiene problemas para hacer amigos, mantener relaciones estables o a menudo se mete en peleas, podría ser una señal de que necesita ayuda.
  • Problemas en la escuela: Dificultades académicas persistentes, falta de concentración, problemas de comportamiento en el aula o conflictos frecuentes con maestros o compañeros pueden indicar un problema subyacente.
  • Cambios en el estado de ánimo: Si tu hijo experimenta cambios extremos de humor, como pasar de la euforia a la tristeza profunda sin una razón aparente, es importante buscar ayuda.
  • Conductas autodestructivas: Si tu hijo se lastima a sí mismo o muestra comportamientos autodestructivos, es una señal de alarma que requiere atención inmediata.
  • Conductas que interfieren con la vida diaria: Si el comportamiento de tu hijo interfiere significativamente con su vida diaria, como evitar actividades sociales o académicas, es importante buscar ayuda.

¿Cuándo consultar a un profesional?

Si te sientes preocupado por el comportamiento de tu hijo, no dudes en consultar a un profesional de la salud mental infantil. Es importante identificar las posibles causas de su comportamiento y recomendar un plan de tratamiento adecuado.

Enséñale a controlar sus emociones:

  • Identifica sus sentimientos: Ayúdalo a reconocer y poner nombre a lo que siente (feliz, triste, enojado, etc.). Puedes usar dibujos o listas para facilitar esto.
  • Relájate: Enséñale técnicas como respirar profundo, imaginar cosas agradables o practicar mindfulness para calmarse cuando se sienta abrumado.
  • Tómate un tiempo: Busca un lugar tranquilo donde pueda calmarse y pensar en lo que sucedió.

 

 

En Centre Sukha exploramos lo desconocido y te ayudamos a superar los problemas con éxito aprendiendo de todo el proceso.

ISSN: 2938-1541

Psicóloga Esther Boada Martos
ISNI 0000 0005 0960 8001 | CEO at Centre Sukha

Fundadora y directora de Centre Sukha con Núm. Colegiada: 24465 por el Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya.

Durante su carrera profesional se ha enfocado en trabajar con diferentes problemáticas como trastornos de ansiedad, trastornos alimentarios, TDAH, bullying, problemas de conducta, traumas, problemas de autoestima etc.​ Especialidades: Psicóloga General Sanitaria · Terapeuta EMDR · Especialista en Trastornos Alimentarios y Obesidad · Especialista en TDAH (infanto-juvenil y Adultos).